Criticas Especializadas

Ariel Cusnir- Artista Plástico

Existe un espectador ideal ?

Cuando se plantean los límites de una obra aparece esta figura fantasmal…

Como sería este espectador que se sentará a ver ??

Desde la fantasía del teatro lleno, a la del iluminado que llora y aplaude todos los fantasmas se sientan a ver la obra. Aún en las cabezas de quienes preparan el ensayo, desde las sombras sabemos todos, ahí está. Sin embargo no todas las obras se preocupan especialmente por este singular.

Hay un nodo que se repite con insistencia: LA PRIMERA CAÍDA. el cruce es de la civilización hacia el ser individual, aquel ser que puede sufrir un golpe inesperado. El encuentro de una placa Toynbee o la experiencia de ver la obra parecen tener algo en común, la conciencia del encuentro casi fortuito con este espectador desprevenido pero sensible que se deja seducir por una trama más llena de asociaciones que de narrativa, a través de recuerdos, sensaciones y la esencia hipnótica de la imagen.

Que son las placas Toynbee? quizás hayan escuchado hablar sobre ellas quizás no, pero estas placas parecen una trampa tendida para almas sensibles, para aquellos que buscan sentido, o que se sienten permeables a que los sorprendan.

Arrojar así un misterio "real" dentro de una obra parece un señuelo además de una paradoja.

Godard decía que solo es cine aquello que cruza el arte y la realidad. Claro que la pregunta inmediata es: pero cuando estuvieron separados??

La apelación al misterio de las placas Toynbee, es el portal para encontrar juntos al historiador inglés Arnold J. Toynbee, el dramaturgo David Mamet, y el cineasta Stanley Kubrick unidos a través de unos 250 graffitis esparcidos por varios estados de USA y algunas ciudades sudamericanas, especialmente famosos durante los 80`s. En estas placas aparecen incansables versiones de una sola leyenda:

"TOyNBEE IDEA IN KUbricK's 2001 RESURRECT DEAD ON PLANET JUPiTER."

Viene Nieve está conformado por tres partes bien definidas:

Un personaje que desarrolla una suerte de narrativa en el que convergen desde un mito urbano, reflexiones poéticas algo existenciales, movimientos geométricos, femeninos, pequeños desafíos del lenguaje del cuerpo.

Un fondo que se construye en vivo todo el tiempo, vemos como se expande y se deshace ese dibujo que se fabrica todo el tiempo. Es llamativa la articulación del high-tech a una refinada y primitiva utilidad del dibujo. La tecnología perpetrada por un artista. Otra vez el lenguaje parece torcerse y forzarse hacia sus límites. Ese fondo es muchas veces el protagonista en la escena, dándole una estructura más rica y consistente al entramado de la obra.

Y con músico que también trabaja en vivo forman este power trío, como una suerte de "obra en red".

Por momentos también la música parece traída del mundo de la electrónica, pero es solo el resultado minimalista de la ejecución de un instrumento, en este caso de percusión.

Sorprende la selección mínima de recursos, no porque esto no sea algo visto en el teatro en general sino porque esta selección es pertinente, nada sobra. Pero cabe decir que no es esta crudeza el motor ni la estética de la obra, sino que se presiente una depuración de las partes, una ajustada limpieza.

En una escena de un under que nos hastía de vanagloriarse de prescindir, que hace muchas veces de la falta su tema y su imagen, nos encontramos con una obra que se propone riesgos, que elige mostrar sin ostentar de virtuosos ni de tecnológicos.

Viene Nieve es una producción interesante desde su hacer hasta su forma concreta. Una suerte de work in progress permanente sin pretensiones ni especulaciones de vanguardia ni de under.